Ezequiel capítulo 34, versos 1 y 2:
1Y FUE a mí palabra del Señor, diciendo:
2Hijo del hombre, profetiza contra los pastores de Israel: profetiza, y diles a los pastores: Así ha dicho el Señor Dios: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores los rebaños?
Versículos 7 al 12:
7Por tanto, pastores, oíd palabra de Dios:
8Vivo yo, ha dicho el Señor Dios, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser comidas de toda bestia del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas;
9Por tanto, oh pastores, oíd palabra de Dios:
10Así ha dicho el Señor Dios: He aquí, yo a los pastores; y requeriré mis ovejas de su mano, y haréles dejar de apacentar las ovejas. Ni los pastores se apacentarán más a sí mismos; pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.
11Porque así ha dicho el Señor Dios: He aquí, yo, yo requeriré mis ovejas, y las reconoceré.
12Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad.
Versos 22 al 24:
22Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán en rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja.
23Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David: él las apacentará, y él les será por pastor.
24Yo el Señor les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo el Señor, he hablado.
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