Marcos 9:24 “Al instante el padre clamó: Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad“
Servimos a un Dios poderoso y sobrenatural, y lo podemos experimentar al asomarnos a Su Palabra y ver todo los milagros y prodigios que hizo con muchos cuando estuvo en la tierra.
El libro de Marcos narra la historia de un muchacho que le trajeron a Jesús porque estaba endemoniado, estaba siendo atormentado espiritualmente por demonios y se manifestaba en su vida personal, el papá del joven lo llevó a los discípulos y nada pudieron hacer, pero cuando se encontró con Jesús sucedieron cosas extraordinarias; en Marcos 9:23 Jesús le dice “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” y el padre del muchacho le dice “Yo creo… ayuda mi incredulidad”; muchas veces nos sucede lo mismo, creémosles pero no siempre; muchas veces utilizamos “los peros” o el “obstáculo que hace que el milagro no suceda”.
Además de “los peros, las dudas, la incredulidad” le sumamos que todo lo queremos “rápido” porque de lo contrario “no sirve”; tenemos que aprender que no existen los métodos que agilicen un milagro, no existen intercambios económicos ni materiales para obtener un milagro o que agilicen la fe, la fe no se vende, no se negocia, no existen formulas mágicas, no existen “Mesias” en esta tierra que te saquen de los problemas y las dificultades, le ponemos fe a los hombres creyendo que ellos tienen la solución; La razón por la cual hacemos todas estas cosas es porque “no nos gustan los procesos de Dios”; este es el momento de colocar nuestros ojos en Jesús el autor y consumador de la fe.
Surgen dos preguntas que quiero resolver: ¿Tienes un fe que logre obtener los milagros del cielo? O ¿Quieres que Dios te ayude en la incredulidad? La respuesta de muchos de los que están aquí es exactamente la misma que declaró el papá del muchacho “Creo… Ayuda mi incredulidad”; te voy a enseñar ciertos principios, no métodos, no quiero informar, quiero enseñar con base en lo que he vivido y que he visto resultados:
Quiero enfocarme un poco en el poder de la Palabra, una vez recibimos al Señor en nuestras vidas la Palabra de Dios comienza a activarse, la Palabra de Dios está llena de poder y no muere con el tiempo, sino que permanece, es eterna y mora dentro de ti, Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.
La Palabra de Dios es viva y eficaz, está activa, no es palabra muerta, toda palabra de Dios siempre cumple el propósito para la cual ha sido enviada está escrito en el libro de Isaías 55:10-11 “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”.
Dios te ha otorgado el poder para que esa Palabra que Dios te ha entregado se active en tu vida, se vuelva vida y eficaz en ti, no es solo para darnos el conocimiento, sino para producir resultados en nosotros, hoy es el día en el cual la Palabra de Dios que está inactiva en ti será activada y se desate el poder de la Palabra que Dios ha colocado en tu vida, que produzca fruto y fruto abundante.
La Palabra de Dios es poderosa porque:
Debemos recuperar la fe y la esperanza para mirar las promesas que el Padre tiene para ti y el Padre va a comenzar con tu corazón espiritual el cual bombea la vida de Dios, la sangre de Jesús en medio de tu vida espiritual, Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”, tu corazón va a ser clave en este tiempo porque el corazón espiritual se alimenta de nuestros sentidos, lo que vemos, lo que hablamos, lo que escuchamos y lo que hacemos es lo que alimenta nuestro corazón espiritual y esto produce un fruto visible a nuestra vida.