38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que
te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;
40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la
capa;
41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él
dos.
42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo
rehúses.
43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu
enemigo.
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen;
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e
injustos.
46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No
hacen también lo mismo los publicanos?
47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más?
¿No hacen también así los gentiles?
48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto.
Mateo 5:38-48
El Talión da sensación de Justicia, pero no necesariamente sana el corazón
El perdón espera y confía en la justicia divina y da libertad y sanidad al
corazón de la víctima
La ley del talión1 (en latín, lex talionis) es un principio jurídico de justicia
retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el
crimen cometido, obteniéndose la reciprocidad.
El término «talión» deriva de la palabra latina tallos o tale, que significa
«idéntico» o «semejante» (de donde deriva la palabra castellana «tal»), de
modo que no se refiere a una pena equivalente sino a una pena idéntica.
Con el mismo sentido se utiliza el término «retaliación», que el DRAE recoge
como equivalente a represalia