Apocalipsis 2:7, Ezequiel 11:19-20, Jeremías 15:19, Job 5:19-26, Salmos 127:1.
Cuando pretendemos edificar por nosotros mismos, nuestro trabajo es en vano, pues sin el fundamento de Dios que es Cristo Jesus en nuestras vidas, todo lo que construyamos se derrumbara, no permanecerá, dice su palabra que separados de El nada podemos hacer, sin su ayuda una casa, puede ser solamente el lugar donde la familia, vive, come y duerme.
Un Hogar es mucho mas allá de eso, es un lugar, donde la familia, crece, se edifica, fortalece, se reúne, conviven, comparten, se aman y son felices. Es el lugar donde se honra a Dios, donde desciende la bendición sobre sus hijos, donde se sienten seguros y bien atendidos, amados, un hogar es un lugar donde todos los que en ella habitan desean estar.
Para comenzar este proceso de restauración y restitución se hace necesario que el carácter de Dios se impregne en nuestra vida, nuestro hogar y nuestra familia; ese carácter no puede ser de boca, debemos ser testimonio, mostrar Su carácter en nuestra vida y ese carácter se va a reflejar en la familia y en la descendencia.
Dios es un Dios de orden, el enemigo es desorden. Todo lo que corresponde al reino del Señor es y debe ser orden, todo lo que es lejos de Dios es desorden. Dios nos ordena a través de Su palabra que debemos vivir una vida en completo orden en todas las áreas: Espiritual, emocional, económica, sexual y física, el problema principal radica en que nuestra naturaleza es pecaminosa, somos herederos de una naturaleza pecaminosa, tendenciosa al desorden, a la maldición, la blasfemia, la mentira, la hipocresía, la falsedad, la traición, el pecado, la maldición y la iniquidad.
El Señor se revela a Juan en la isla de Patmos y le entrega mensajes a 7 iglesias, éstas son el carácter de las iglesias y lo que está ocurriendo al interior de Su iglesia en estos tiempos: