Hubo un tiempo en el que solo era necesaria una buena idea y pasta gansa para anunciar lo que a uno se le antojara en la televisión sin tener en cuenta las repercusiones que ello pudiera tener en la mente de los espectadores que a veces estaban más pendientes de los spot publicitarios, como en el caso de la campanadas, que en la propia programación televisiva.
Más tarde se impuso el sentido común y se le fue cortando el pienso a ciertos productos que no estaba bonito que se anunciaran en la tele. Empezamos con estos la lista de anuncios perdidos en el inicio de los tiempos.