En el libro Fatherless John Sowers escribe que esta generación más que ninguna anteriormente, tiene una gran ausencia intencional de padre, 25 millones de niños están creciendo en hogares monoparentales (Devocional Nuestro Pan Diario).

Un estudio realizado por la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia), encontró que los hijos que crecen sin la presencia de un padre pueden presentar problemas para relacionarse con otros niños, déficit de atención, bajo rendimiento escolar, vacío emocional, baja autoestima, ansiedad, depresión, agresividad, miedo al abandono, abuso de sustancias, denigración de la figura materna entre otros problemas...

Por el contrario, la presencia activa de un padre en la vida de sus hijos promueve la salud emocional, mejora el rendimiento académico y las relaciones interpersonales.

La buena paternidad permite que los hijos se desarrollen integralmente mucho mejor, ya que fomenta: El Amor, la identidad, la educación, el cuidado y guía, la autoridad, el aprendizaje reciproco, el juego, la diversión, las habilidades y competencias sociales, los valores y las creencias. (Revista Psicología Científica 2009).

Lo anterior no quiere decir que el papel de la madre no es importante, su presencia o su ausencia también repercute en la vida de los niños. Pero hoy quiero enfatizar el papel del Padre como figura masculina de equilibrio y de seguridad en los hijos.

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