En el devocional “nuestro pan diario” del 9 de febrero apareció una historia muy
interesante sobre el calamar bizco que vive en la «zona oscura» del océano,
donde los rayos solares apenas filtran las aguas profundas. El apodo alude a
sus dos ojos extremadamente diferentes: el izquierdo se desarrolla con el
tiempo hasta ser casi dos veces más grande que el derecho. Los científicos
que estudian este molusco deducen que el calamar usa el ojo derecho el más
pequeño para mirar hacia abajo, a las profundidades más oscuras, mientras
que el izquierdo el más grande mira hacia arriba, hacia la luz del sol.
La Biblia también nos enseña de un hombre llamado Esteban quien
definitivamente era bizco como el calamar y esto con respecto a su apreciación
de la vida espiritual y terrenal y exactamente en el momento más crítico cuando
las circunstancias terrenales fueron profundamente oscuras y acompañadas de
crueldad e injusticia fue que pudo mostrar a sus contemporáneos y para nuestro
testimonio que su ojos espirituales eran del doble en tamaño respecto a su
ojos terrenales
En el capítulo 7 de Hechos vemos el relato de este hombre conocido como el
primer mártir De la Iglesia Cristiana quien pagó con su propia vida el precio de
seguir a Cristo en un mundo hostil.
54 Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los
dientes contra él.
55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio
la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,
56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la
diestra de Dios.
57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y
arremetieron a una contra él.
58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron
sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.
59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús,
recibe mi espíritu.
60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta
este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Hechos 7:54-60
El tema de hoy tiene como título “CRISTIANOS BIZCOS”
Así como los calamares bizcos aprenden a desarrollar un ojo más que el otro
para captar los rayos solares, de igual manera las personas invidentes
desarrollan otros sentidos como el oído y el tacto y estos dos ejemplos nos
invitan a nosotros los creyentes como Esteban, otros discípulos y el mismo
Jesús nuestro Señor a desarrollar más nuestra vista espiritual para ver la
GLORIA DE DIOS en medio de las dificultades y profunda oscuridad e injusticia
del mundo que nos rodea.

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