Eclesiastés 3:15.Dios quiere un pueblo, un pueblo para Él, Dios anhela un Pueblo conformado por familias formados a Su imagen y semejanza, Su mayor anhelo es “Transformar a un pueblo común y corriente en un… Pueblo Santo, Apartado, Único, de Su exclusiva posesión, Pueblo de Su heredad, Pueblo Especial más que todos los pueblos de la tierra”.En el libro de Jueces 2:7-10 encuentro una Palabra que impactó mi vida con respecto al pueblo de Israel; esta generación que salió de Egipto no se percató de sacar la esclavitud de su corazón; tenían todo, no tenían que trabajar, el maná caía del cielo y en el momento que querían carne Dios les enviaba codornices, esta generación tuvo que morir en el desierto porque no tenían la capacidad de entrar a una tierra de bendición porque cargaron con todo lo que veían hacer a los Egipcios; muchos andan así, esclavos de su vida pasada, esclavos de la sombra de sus ascendientes, en fin 30 personas que tienen por encima, que no han podido quitar sus costumbres, sus pecados, sus maldades e iniquidades, sus viejas maneras de vivir, se convierten en expertos en repetir las mismas historias que sus ascendientes.Luego vino la segunda generación que entró a la tierra prometida, disfrutaron de las bendiciones porque vieron de niños los grandes milagros y prodigios que Dios hizo con el pueblo. Un mar que se abría a su paso, vieron salir agua de la roca, vieron el maná de cielo, en fin, el solo hecho de haber sido testigos del poder de Dios los impulsó para entrar en la tierra prometida.Y se levantó una nueva generación que no conocía a Jehová, ni la obra que Él había hecho por Israel… Y es aquí donde yo me detengo porque es necesario hacer un análisis de su historia familiar: ¿Existe un hilo común de circunstancias, eventos o situaciones que se repiten de generación en generación?, esto se llama “Patrones Espirituales”.Patrón significa: Modelo, Molde… Estos patrones espirituales se transmiten de generación en generación de 4 generaciones anteriores hasta nosotros, son 30 personas que están por encima de nosotros que influencian en  las áreas: física, emocional, económica, sexual y espiritual. Es hora de romper los patrones espirituales que hacen que repitamos historias, que tropecemos con la misma piedra vez tras vez, el Señor en la cruz del calvario rompió estructuras de pecado, de maldad y de iniquidad, patrones de pensamientos y de comportamientos, herencias espirituales, emocionales, físicas, intelectuales y económicas. Patrones espirituales colocados sobre descendencias enteras, el caso de David, debido a su adulterio y la maquinación que hubo en su corazón: 2ª Samuel 12:7-13. Murió su primer hijo con Bethsabe. 2ª Samuel 12:15. Amnón se enamora de Tamar… hermanos. 2ª Samuel 13:11-15. Incesto y deshonra. Absalón mata a Amnón: 2ª Samuel 13:32. La muerte de Absalón. Se sublevó contra su propio padre David. La muerte de Adonías por su propio hermano Salomón hijos del rey David. 1 Reyes 2:24. Para poder romper con los patrones espirituales es necesario mirar como se manifiestan en nuestra vida, hogar, familia y descendencia:Enfermedades crónicas. Las enfermedades crónicas pueden ser causa de muerte en una familia por varias generaciones. Enfermedades que los médicos llaman genéticas o hereditarias, como por ejemplo: diabetes, presión alta, enfermedades del corazón, asma, cáncer, ar­tritis, entre otras.La Esterilidad física y económica.Desintegración de la Familia. Toda forma de divorcios, viu­dez, madres solteras.La Pobreza o Insuficiencia Económica Continua. Esta maldición opera en algunas personas; no importa cuánto dinero ganen siempre viven en escasez, nunca pueden ver prosperidad en sus finanzas y el dinero se les va de las manos como agua (Deuteronomio 28.47-48).Los Accidentes Violentos.Una Secuencia de Suicidios, Muertes Prematuras y Antinaturales. Con frecuencia, la persona que es afectada por este tipo de maldición experimenta un fuerte presen­timiento. Estamos hablando de una realidad espiritual, de un enemigo invisible que tenemos que destruir.Las Maldiciones Impuestas y Auto impuestas. Son un tipo de maldiciones impuestas sobre noso­tros mismos, por los dichos de nuestra propia boca o maldiciones impuestas por personas de autoridad (Mateo 12.36-37), «La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos» (Proverbios 18.21).