Seijun Suzuki estaba atrapado en una fábrica de salchichas cinematográficas, llamada Nikkatsu Films, lo que no le impidió aderezar sus típicas películas de mafiosos con elementos estilísticos radicales, perversiones sexuales y un pertinaz nihilismo que culminó con Branded to Kill, filme tan extremo que le valió el despido... y el comienzo de otra etapa en su filmografía. La descendencia de estas cintas ha sido grande y valiosa, lo que también abordamos en este podcast.