Mientras se concreta tu visión, o incluso cuando ni siquiera sepas cuál es tu llamado, debes confiar en el Señor y trabajar en una ley que no falla: la ley de la siembra y la cosecha; lo que siembres hoy cosecharás mañana. La vida es la suma total de todas las decisiones que hayas tomado: ese libro que leíste, esa película que viste, ese comentario que hiciste, ese tiempo que pasaste –o no pasaste- en familia, son semillas que producirán una cosecha... buena o mala. Así que mientras esperas, da tu tiempo, energía y recursos para que otros puedan avanzar y descubrirás que cuando siembras en la visión de otros, pronto cosecharás frutos en tu vida.