Hoy nos deleitaremos recordando los ojos más bonitos del Teleindiscreta. Hoy recordamos a Elizabeth Rosemond Taylor, la Sara Montiel de ellos. La pequeña Elizabeth nació en Londres, el 27 de febrero de 1932. Era la chica de Paco, un marchante de arte de Arkansas y Sara, una actriz que al casarse se tuvo que quedá en su casa haciendo madalenas con el chocolate por encima así pa arriba que parece el mojonsito del Whatsapp. Paco, tenía un amigo soltero con mucho dinero, que en aquella época sólo podía significar una cosa: no compraba en el Hipercó. Este muchacho, que también era amigo íntimo de Winston Churchill, convenció a la familia para volver a los Iunitet Esteits antes de empezar la Segunda Guerra Mundial porque sino Hitler le iba a quitar hasta el brasero de la mesa camilla. Así que con 3 años, la pequeña Liz ya estaba en Los Angeles dando clases de ballet, que pa eso el padre le vendía a los americanos los relojes victorianos doraos que tenía tu madre en el centro del aparador con la encimera de mármol. No había estrella de Hollywood que no tuviera encima del sofá el cuadro de los perros jugando al póker. Por si la bollante situación económica de su familia durante la mayor contienda bélica jamás vivida por la humanidad no hubiera sido suficiente, Elizabeth, que nació con los ojos azul violeta, fue diagnosticada con una mutación en el gen FOXC2, que a ti y a mí nos hubiera provocado dolor, conjuntivitis y visión borrosa, pero que a ella le creó una bonita fila adicional de pestañas. Elizabeth era guapa de perdonarle hasta que fuera del Sevilla, por eso insistieron a la madre para que la presentara al casting para hacer de la hija de Scarlett O’hara en “Lo que el viento se llevó”. Su madre dijo que no, que no quería que la niña fuera actriz hasta que Universal Pictures le dijo a la madre lo que le iban a pagar a la niña. La madre estaba más contenta que cuando contó el dinero que le dieron en la comunión. Así que a los 9 años, Elizabeth Taylor debutaba en el cine con una peli que tuvo menos repercusión que la segunda parte del Titanic, que también está bien que le saliera algo mal a la muchacha. Aunque luego figuró en la película de “Lassie vuelve a casa”, que esta sí triunfó, pero porque una peli en la que salga un perro que te hace hasta la declaración pa que te salga a devolver, le gusta a todo el mundo. Luego vino la Metro Goldwyn Meyer y le dijo: “ven, ven, que te vamos a aprovechar más que a las gambas de la cena de Nochebuena”. Y fue así cuando empezó a triunfá haciendo personajes atormentados, temperamentales y problemáticos, porque también hay que decir que la Taylor sonreía menos que Eugenio. En esta época era guapa de dá coraje, aunque también es verdá que tenía la boca un poquito como Sara Carbonero, que parece que siempre está oliendo el sobaco de Rocky. Su categoría de estrella quedó reforzada protagonizando la película más cara de la historia hasta ese momento: Cleopatra, por la que firmaría un contrato de 1 millón de dólares, que luego se multiplicaría por 7 gracias al porcentaje de la taquilla. La Taylor se parecía a Cleopatra lo que Paquirrín a Paquirri, pero mira, ahí está el tío. Elizabeth se casó 8 veces con 7 maridos; La del turno de tarde de Pronovias le daba un abrazo cada vez que la veía. Tuvo 4 hijos, 10 nietos y 4 bisniestos. Se caía más que el Emérito, rompiéndose la espalda 5 veces y la cadera, 2. Tuvo disentería, flebitis, una perforación en el esófago y un tumor cerebral. Fue adicta a las pastillita de dormí y a las de los dolore, alcohólica y drogadicta. Pero pa salí de fiesta, nunca estaba mala. Liz Taylor ganó 3 Óscars, 5 Globos de Oro, el David de Donatello, el título de Dama (Sir femenino) de la Orden del Imperio Británico y una paletilla con los dos últimos números de los ciegos en el colmadito de abajo su casa. Desgraciadamente, Liz falleció el 23 de marzo de 2011 en Los Ángeles de un jama al corazón, aunque ustedes siempre podrán recordarla cuando conozcan a alguien que de guapa dé coraje o cuando vean a la del turno de tarde de Pronovias.